"La dificultad no debe ser un motivo para desistir sino un estímulo para continuar"

Compra el disco de Paqui Sánchez

Disfruta de la música de Paqui Sánchez donde quieras y cuando quieras comprando su disco.

Puedes comprar el disco Óyelo bien de Paqui Sánchez Galbarro de forma segura y al mejor precio.

Canción a las ruinas de Itálicas. Rodrigo Caro. Comentario

Hola, querido amigo dokusha: Te traigo hoy a esta faltriquera un gran poema que, por sí solo, es ya una gran obra, por esta razón, no la he puesto entre comillas. En la obra vamos a poder ver el paso del tiempo y el recuerdo del pasado, es decir, dos tópicos clásicos: el tempus fugit y el ubi sunt. Estos dos tópicos están aplicados a la España del Siglo de Oro y la decadencia de este. Dice Rodrigo caro: Aviendo yo leído en varios autores que uviese estado aquel sitio la famosa Itálica, me dio deseo de verla. Fui un día con algunos amigos por la orilla del río desde Sevilla, y llegando a este puesto, le miré y consideré atentamente y parecióme que qualquiera persona de consideración y que alargue el pensamiento a las cosas de este mundo, daría mucho en que entender, pues que la fuerza irremediable del tiempo verá en aquel lugar (qualquiera que aya sido) que las altas murallas iazen oy por tierras cubiertas de yerbas y monte; que pasa anchas plaças y paseadas calles están sin habitadores, y que las cassas que antes eran refugios de los hombres ahora son escondrijos de sabandijas. Parece que aquellos derribados edificios están llorando la larga ausencia de sus dueños, y amonestando a los que miran, con un mudo sentimiento, quán breve es la gloria de este mundo y quán flaca la maior firmeza. Leen aquí los ojos la destrucción de aquella fuerte ciudad, y rezelan los ojos del alma la de su propio cuerpo, flacto y miserable”… Este poeta, quien también trabajó como arqueólogo, anticuario e historiador, nació en Utrera, en la provincia de Sevilla, en 1573. En la Universidad de Osuna (Sevilla) cursó los estudios de Derecho Canónico, lo que le permitió licenciarse y ejercer, en primer lugar como abogado eclesiástico, y más tarde como abogado del Consejo Municipal de su villa, aproximadamente a partir del año 1614. Antes había conseguido ordenarse sacerdote católico y había recibido un beneficio eclesiástico, de la parroquia de Santa María de Utrera y en 1621 se convertirá en letrado de Cámara del Arzobispo Pedro Vaca de Castro. Definitivamente, su labor de censor de libros. Seis años más tarde será desterrado a Portugal por una denuncia de Juan de Ribera sobre el cobro de unos impuestos reales, pero en septiembre de 1632, consigue el perdón. En 1633 es nombrado juez de testamentos, y un año después, Francisco de Quevedo, una de las grandes figuras del Siglo de Oro, le dedica una obra conocida como Nombre, origen intento, recomendación y descendencia de la doctrina estoica, dado que estas dos personalidades habían coincidido en la ciudad hispalense con anterioridad, y habían mantenido cierto contacto epistolar. Hacia el final de su vida, en 1645, renuncia a la capellanía que había conseguido de su hermano Bernabé, debido a que su enfermedad de hígado se había agravado… Así, el 10 de agosto de 1647 Rodrigo Caro fallecía a la edad de sesenta y tres años, dejando como legado toda su colección de antigüedades, no solo comprendida por reliquias físicas, sino más concretamente por motivos literarios como demuestra tras su medio centenar de obras en castellano, y un número algo superior escritas en latín, sin embargo, la obra que le va a dar renombre y fama en el escenario poético sevillano del siglo XVII será la Canción a las ruinas de Itálica… Vencida la edad sentí mi espada, / y no hallé cosa en que poner los ojos / que no fuese recuerdo de la muerte… El tiempo ha quedado vencido ante el peso del transcurso del mismo, por lo que el tempus fugit se convertirá en el recurso primordial de inspiración que muchos autores plasmarán en su obra. Así como Rodrigo Caro lo hace en esta obra también, en esta su Itálica. Si recordamos sus palabras del principio, en las que el autor relata cómo había visitado las ruinas de lo que había sido la colonia romana, la reflexión acerca del pasado, y la pregunta sobre el lugar ha ido a parar lo presente nos llevan otra vez a la materialización de otro tópico: el ubi sunt clásico, que tiene como origen en el ideario poético español en la obra de Jorge Manrique dedicada a la muerte de su padre, el maestro don Rodrigo… Pero el poema no resiste un análisis pormenorizado, lo que la convierte en un gran poema es la impresión de conjunto”… No obstante, la oda a las ruinas de Itálica se compone de ciento dos versos, entre los que se distinguen heptasílabos y endecasílabos, combinándose en diversas estancias, lo que otorga una mayor libertad al poeta frente a otras fórmulas más fijas de siglos pasados; además, está dividido en seis partes bien diferenciadas… Todo esto hace que Rodrigo Caro ocupe un lugar especial en el Parnaso de las letras españolas… Es un texto con una fuerza increíble que tú tienes ahora la oportunidad de sentir. Entonces, ahora sí, lee y disfruta…

Compartir en redes sociales

Esta página ha sido visitada 107 veces.